Las hojas adquieren colores mágicos
en el otoño, toda una gama de ocres, rojos, verdes, que combino con las flores
que nos regala la primavera cada año.
En mis collares
hay multitud de matices, dependiendo de la flor elegida, desde los llamativos
tonos rosados, rojos y púrpuras de las rosas, parra virgen, geranios, el
escarlata de las buganvillas y hortensias, el amarillo solar de la flor de
espino, de la anémona japonesa, de las rosas de pitiminí, los colores pálidos y
pastel de las anémonas rosadas, las adelfas y los colores crema de los
antriscos y violetas silvestres, el blanco puro de las margaritas, y la
variedad de verdes que nos ofrecen las hojas de los árboles y arbustos como
helechos, culantrillos, guinkgos, olivos, sauces, rosales, parras, hiedras,
hierba buena y tréboles.
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